Bitácora semana 7
Mi memoria me juega una mala pasada
Mi capacidad de retentiva siempre me ha parecido extraña. Mis papás dicen que uno escucha lo que quiere y le conviene, sin embargo, creo que esta frase también puede aplicar para la acción de recordar. Muchas veces me ha sorprendido mi memoria en parciales o durante algunos exámenes. Sé que si estudio con material visual o compartiendo el conocimiento con alguien más, la información se queda mejor grabada en mi mente. No obstante, con algunos aspectos soy bastante mala memorizando, como con los nombres, siempre los olvido. En mis quices diarios de la clase de Noticia, la cual vi en cuarto semestre, los nombres eran fundamentales, incluso en ocasiones esa era la única respuesta para alguna pregunta. Era bastante gracioso porque en ocasiones el profesor leía en voz alta las respuestas y lo común era que yo le atinara al nombre o al apellido, pero nunca a ambos, pese a que conocía la noticia referente a ese personaje.
Además, no solo mi memoria me resulta curiosa, la de los demás también. Cada una funciona de diferentes maneras y tiene diversos puntos sobresalientes. Por ejemplo, mi amiga Valeria es muy detallista sobre la vestimenta de los demás. En muchas ocasiones me ha dicho “Esa blusa te la pusiste en la última fiesta ¿cierto?” o “Esta chaqueta la compraste en cierto lugar, ¿verdad?” Me parece increíble cada vez que recuerda algún detalle de este tipo ya que para mí es muy complicado hacerlo, simplemente lo pase por alto, sin embargo, para ella le es totalmente común y sencillo. La capacidad de retentiva humana es todo un caso de análisis, aunque científica y genéticamente tenga puntos en común, hay particularidades definidas por los contextos y costumbres. Ahora bien, hay que tener en cuenta que las cosas que aceptamos a partir de la memoria y que pueden ser tan básicas y cotidianas, como el nombre correcto del cereal que hemos comido toda nuestra vida, deben observarse con lupa. Pero más adelante desarrollaré este punto, mientras tanto, se los dejaré a cuestión: ¿Fruit Loops? O ¿Froot Loops?
Es importante precisar el inicio de esta reflexión: En la clase del miércoles 10 de marzo del 2020 del curso Información y Documentación, empezamos cuestionando ciertos criterios que hemos asumido e incorporado en nuestros textos académicos: las famosas normas APA. Estas “reglas” para la estructuración y citación de textos han sido el dolor de cabeza y la causa de muchos trasnochos de estudiantes de colegios y universidades en Colombia. Ahora bien, el docente Juan Sebastián Cobos introdujo el tema con una frase que nos resultó muy controversial: “Las normas APA no existen” En efecto, el artículo Esas tales normas APA no existen, publicado en el 2016 en Las 2 Orillas, y escrito por Ángel Eduardo Marín Quintero, profesor universitario, desarrolla esta idea. Así pues, el docente precisa que en realidad estas normas hacen referencia alManual de Publicaciones de la Asociación Americana de Psicología. Además, Marín cuestiona el carácter normativo que se le atribuye, ya que el manual resulta ser una guía, mas no menciona en su título su carácter obligatorio. Es por esto que critica la cultura colombiana, en la cual “las cosas deben ser obligatorias o sino no las hacemos” y en la que a partir de “la tradición, del voz a voz, de la transferencia que hicimos de algo que ya existía y que hoy en día es obsoleto” se consolidó su referencia como “normas APA”, sin un autor preciso para su nuevo título. Esta cultura existe en la academia colombiana desde las anteriores reglas, las Icontec, aquellas causantes de algunas de las canas actuales de nuestros padres.
Lo que resulta más cuestionarte de esta circunstancia es el hecho de que existen resúmenes sobre las denominadas normas APA, ya que resultan ser 272 páginas de la sexta edición y en inglés. Esto lleva a considerar la poca investigación y profundización al respecto por parte de los docentes, quienes finalmente terminan exigiéndolas a sus estudiantes a partir de sus acercamientos generales al manual y de las percepciones que se han construido y divulgado en las instituciones colombianas.
Ya todo tiene sentido. A mi si me resultaba extraño el hecho de que muchos de mis profesores exigieran las mismas reglas, pero cada uno con ciertas variaciones o particularidades que finalmente resultaban ser contradictorias. Por ejemplo, nunca tuve claridad sobre algunos puntos, como el tamaño de la sangría en algunas citas textuales mayores a 40 palabras y los modos de citación dependiendo del tipo de fuente consultada. Esto debido a que algunos profesores nos han entregado manuales -ahora sé que son el resumen del resumen- en donde hay distintas tipologías y “reglas”. Esto da cuenta del poco carácter crítico que hemos tenido los estudiantes y docentes a la hora de guiarnos por las normas para publicar. Evidentemente no hemos evaluado con detenimiento las contradicciones que hemos encontrado y simplemente, hemos normalizado cada variación. Sinceramente, que sorpresa y que decepción. Ya saben, no sean como nosotros, cuestionen, nunca se cansen de preguntar, investigar, profundizar y precisar. En el mundo académico estas capacidades y claridades, valen oro.
Ahora bien, frente a la crítica expuesta por el docente Marín, existen ciertas aclaraciones realizadas por Bernardo Reyes y publicadas como respuesta, a través de su artículo "El profesor que cuestiona el uso de las normas APA no ha indagado a profundidad”, también publicado en Las 2 Orillas en el 2016. Así pues, asegura que Marín es un docente más dentro del grupo de quienes no han investigado lo suficiente sobre las normas APA. Resulta que el carácter normativo no se le atribuye al manual simplemente debido a la cultura colombiana. Realmente, se debe a la decisión de una institución o facultad por incluirlas en su protocolo de reglas para la presentación de trabajos escritos. De esta manera, la poca actitud crítica en esta reflexión se trasladó hasta las mismas Universidades, pues a la hora de aceptarlas y adoptarlas como un requisito, sin tener constancia de que sus docentes conozcan con profundidad el carácter del manual, puede contraer implicaciones mayores. Esto explica las diversas confusiones que se han generado entre estudiantes y fundamenta las frustraciones de muchos al sentir que nunca logran cumplir con estas reglas y que se encontrarán con diferentes “versiones” cada semestre.
Teniendo en cuenta esto, si no tengo certeza de las normas APA, una guía que adopto desde hace aproximadamente diez años ¿realmente sobre qué puedo tener certeza? Bueno, el pensamiento crítico me ha enseñado que debo dudar de todo, hasta de mi cereal favorito. En realidad, es “Froot Loops” y no “Fruit Loops”. Aunque para muchos resultó sencillo, sé que otros lo dudaron. No me van a negar que algunos están seguros de que en la película Star Wars, Darth Vader niega el asesinato del padre de Luke SkyWalker con la frase: “Luke, yo soy tu padre”. Sin embargo, esta frase nunca se pronunció, en realidad, Darth Vader dijo: “No, yo soy tu padre”. Estos son ejemplos del Efecto Mandela, un fenómeno en donde nuestro cerebro afirma que ciertas situaciones sucedieron, cuando en realidad no fueron así.
Durante la clase realizamos un Kahoot para corroborar este efecto y debo confesar, que ahora más que nunca, mi memoria me jugó una mala pasada. Si no estuve en el último puesto, por mucho debió ser el penúltimo. Pese a que eran preguntas sobre características de personajes y productos con los que crecí, como Bob Esponja, los Looney Toons, la bebida Coca-Cola, el logotipo de Monopoly, entre otras, tuve correctas únicamente tres o cuatro preguntas, de veinte.
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