Bitácora semana 6
La importancia de publicar
Los días cada vez se hacen más largos, desde las cinco de la mañana hasta las once de la noche son mis horas de estudio. Pese a esto, siento que no me alcanza el tiempo para realizar todos mis deberes. Debo admitir que, si estoy un poco más motivada que los últimos dos semestres virtuales ya que los profesores se han esmerado por ejercer dinámicas diferentes, mucho más divertidas que los clásicos ensayos con los que nos han ahogado semestres anteriores. Sin embargo, continúan siendo múltiples entregas y parciales que parecen eternos y que me han limitado de disfrutar mis fines de semana con mi familia. Sé que es un inicio un poco desmotivante pero en semanas de parciales y de manera virtual el cansancio me gana. No obstante, mis ganas de aprender y de aplicar el pensamiento crítico de maneras más profundas y multidisciplinares no se pierden.
El lunes primero de marzo fue diferente porque no tuve el encuentro habitual con mi profesor Juan Sebastián Cobos y mis compañeros de la clase de Información y Documentación de las cuatro de la tarde. Lo anterior debido a que estamos cerrando el primer corte y el docente realizó la extensa tarea de finiquitar y publicar nuestras correspondientes notas. De esta manera, el miércoles 3 de marzo, luego de haber leído tres bitácoras maravillosas y cada vez más críticas, decidimos continuar con el tema que dejamos abierto: la importancia de la publicación. Así pues, habíamos comentado que la trascendencia de la información académica depende de la publicación de los textos. Ahora bien, en esta clase se empezó precisando la idea de hay que ir más allá del hecho de lograr publicar, pues no resulta ser una tarea sencilla ya que existen diversos requisitos y filtros necesarios de aprobar. Sin embargo, una vez alcanzado este punto, el reto continua. El impacto y alcance de la publicación es el siguiente aspecto a evaluar. Es así como se consolidó el Índice H:
“Un sistema propuesto por Jorge Hirsch, de la Universidad de California, en 2005 para la medición de la calidad profesional de físicos y de otros científicos, en función de la cantidad de citas que han recibido sus artículos científicos. Se calcula ordenando de mayor a menor los artículos científicos según el número de citas recibidas, siendo el índice h el número en el que coinciden el número de orden con el número de citas” (BUH, 2021).
Es decir, en términos un poco más coloquiales y millennials, es el engagement del autor en el mundo académico. Entre más elevado sea el número del índice, más influencia e impacto tiene tanto la publicación, como el autor.
Teniendo en cuenta lo anterior, entablamos una discusión sobre la presión con la que cuentan las instituciones universitarias por el hecho de publicar. No obstante, la existencia de este índice nos da cuenta de que más que la cantidad, la calidad es esencial. En efecto, ¿Con qué propósito logro múltiples publicaciones, pero con poco impacto? El éxito realmente es la acogida que tenga, esto probará que el proceso de evaluar, reestructurar, cuestionar hasta alcanzar proposiciones críticas e innovadoras, fue el adecuado.
En este sentido consideramos la importancia de las palabras en la comunicación. El docente Juan Sebastián Cobos nos aseguró que el 93% del efecto de la comunicación está sobre la manera en la que decimos las cosas y únicamente el 7% en lo que decimos, en las palabras literales. Nos planteó el ejemplo de cuando le comunica algo a su esposa y ella encuentra cuestionable el tono con el que lo hizo. Me resultó divertido ya que en mi casa sucede exactamente lo mismo con mi mamá e incluso, me ha sucedido a mí. En ocasiones queremos decir algo de una manera muy tranquila pero no utilizamos el tono adecuado y esto puede contraer en malinterpretaciones sobre nuestras intenciones. Incluso se puede llegar a perder el propósito o la idea central que quiero expresar por el hecho de utilizar un tono que se roba la atención de mi mamá hasta el punto de generar pequeñas discusiones. Es así como la comunicación se puede tergiversar, lo que aplica para las publicaciones académicas. El estilo narrativo dentro del texto puede ser determinante sobre la perspectiva que el lector tome, lo que finalmente determina el impacto y alcance de la publicación.
De esta manera, resulta fundamental la evaluación de otros autores para considerar el propósito, estilo, tono, orden y trascendencia del texto. Ahora bien, a diferencia de las publicaciones periodísticas, donde el consejo de redacción y el editor son los principales filtros, en la academia se desarrolló la revisión de pares. Esta consiste en la lectura de los documentos por parte de otros académicos de manera anónima. En efecto, el nombre del autor no es conocido y tampoco del evaluador, por lo que este tipo de revisión también es denominada como el “doble ciego”. Es una manera mucho más objetiva de calificar y analizar un texto y, por ende, una herramienta crucial para que los autores tengan otras perspectivas que les ayuden a considerar otras opciones de narración o puntos de vista sobre determinada información. De esta forma, se podrá encontrar la mejor manera de expresar su punto y asegurar un gran impacto.
A partir de esta reflexión leímos el artículo La tiranía de las publicaciones académicas de Tania Opazo publicado por La Tercera en enero del 2016. En este se relata cómo al interior de las instituciones el afán por adquirir un mayor número de publicaciones ha devaluado la importancia de la calidad. Lo anterior conlleva a la cuestión de la “isificación”, la cual nace a partir de la creación del Instituto para la Información Científica (ISI) por Eugene Garfield, creado con el fin de establecer mediciones para evaluar los textos académicos y lograr publicarlos. Es por esto que se han entablado plataformas como Scopus, en donde el número de publicaciones por universidad resulta ser determinante para formular un ranking. Sin embargo, como afirma Carlos Peña, rector de la UDP: “Isificar la vida intelectual es un error”. “Reducir todo eso al simple número de publicaciones es, obviamente, un error porque eso estimula a que el trabajo universitario se ensimisme y se ponga de espaldas a los problemas del entorno en que la universidad se desenvuelve” (Opazo, 2016).
Lo anterior da cuenta de la “La ley de CampBell”, frente a la que Scott Sadowsky, lingüista y académico de la Universidad de La Frontera asegura que “Mientras más se utilice un indicador cuantitativo en la toma de decisiones, más probable es que el uso del indicador distorsione y corrompa el mismo proceso que pretende medir” (Opazo, 2016). De esta manera, es evidente cómo la academia está sumergida en una competencia determinada por indicadores y estructuras para lograr publicar y así, aumentar el número de documentos para la institución por la que trabaja.
Bajo esta misma lógica, el video Procesos Editoriales - Sesión2: Publicaciones Académicas, desarrollado por la Universidad Nacional, relata la presión con la que cuentan los docentes por adquirir puntos por medio de cada publicación. Es por esto que desde hace más de una década se empezó a evidenciar publicaciones de cualquier tipo de texto, sin estructuras definidas o sin considerar su impacto o trascendencia académica. De esta manera, Colciencias fomentó la indexación a través de la creación del Índice Bibliográfico Nacional, un mecanismo para generar normas y puntos claves para avalar la publicación de una revista científica de calidad. Por lo tanto, ahora, más que competir por la cantidad, era competir por la calidad. Así pues, es visto como un proceso encaminado a organizar información a través de la revista científica para posteriormente, permitir un rastreo y análisis más sofisticado. Este índice tiene en cuenta cuatro aspectos: calidad editorial, calidad académica, estabilidad y visibilidad.
Esta iniciativa de Colciencias mostró sus frutos a partir de revistas mucho más detalladas, organizadas y previamente evaluadas por una revisión de pares. Ahora bien, el criterio tan determinista de la Indexación, con aspectos tan rígidos para la construcción de un texto, también supuso límites. Las ciencias humanas y las ciencias sociales cuentan con mecanismos de investigación, transcripción y comunicación de información muy distintos. Por lo cual, el índice resultó ser una herramienta sesgada debido a que existen múltiples áreas de estudio que requieren diferentes formatos de publicación para lograr que la información sea reportada como se espera. En pocas palabras ¿Dónde queda la diversificación intelectual y humana a la hora de publicar artículos académicos?
Por consiguiente, regresamos al artículo de Tania Opazo, en donde los docentes afirman que uno de los mecanismos para mejorar las limitaciones de la isificación es introducir nuevos matices. Es decir, adaptar los criterios de evaluación a cada disciplina o área de estudio y si es necesario, crear nuevos parámetros más específicos. Esto dará la oportunidad de tener una variedad de temáticas y tipos de artículos que contribuirán en mayor medida a la academia, pero también, bajo una regulación científica pertinente.
Esta clase me ha dejado múltiples reflexiones, sin embargo, he notado que todas giran en torno a un aspecto central: el pensamiento crítico. Es evidente que se ha desarrollado una visión crítica sobre las publicaciones, sus implicaciones e impactos. Esto ha generado la creación de índices que regulen la estructuración e influencia de los textos, con el fin de asegurar un documento de calidad. Sin embargo, continúa siendo necesaria esta actitud crítica en el círculo científico para avalar la diversidad intelectual y de textos. Es pertinente asegurar que necesitamos tanto de una pluralidad de áreas, que involucran tanto las ciencias humanas como las ciencias sociales, para lograr la producción y difusión de un conocimiento integral.
Nosotros como estudiantes contamos con la tarea de evaluar los textos que consumimos y cuestionarlos. Es necesario que profundicemos nuestro instinto investigativo y evaluemos múltiples visiones sobre un mismo tema. Me complace afirmar que este curso está encaminado a mucho más que enseñarnos los criterios de evaluación y publicación de documentos. Sé que llegará al punto de formarnos como profesionales críticos tanto de la academia, como de los sucesos más mínimos y cotidianos. Seremos de esas personas que admiramos por su intelecto y capacidad crítica. Claro, hay que empezar por la voluntad y conciencia diaria para desarrollar este aspecto tan fundamental.
Referencias:
BUH. (2021). Evaluación de la Investigación: Índice H. Recuperado de:
https://guiasbuh.uhu.es/c.php?g=655120&p=4605523
Departamento Literatura Unal. (2014). Procesos Editoriales - Sesión2: Publicaciones Académicas. Recuperado de:https://www.youtube.com/watch?v=bu2AHU5wMXg
Opazo, Tania. (2016). La tiranía de las publicaciones académicas. La Tercera. Recuperado de: https://www.latercera.com/noticia/la-tirania-de-las-publicaciones-academicas/
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